ROOM 122 Another sultry day at Grabbys Europe. I had just r..

ROOM 122

Another sultry day at Grabbys Europe. I had just returned to my room, the 123, after a hard training session at the hotel gym. Pouring myself a drink, I stepped out onto the balcony.

That's when I saw him.

On the adjacent balcony, there was a naked guy, his thick, rosy, juicy dick in hand. He wasn't the least bit shy about his exhibitionism. His eyes met mine, and instead of covering up, he spread his legs wider, ensuring I had the perfect view of his arousal.

My gaze was locked on his cock as he stroked it leisurely. The sight was intoxicating. He was teasing me, edging himself just enough to release a steady stream of precum, which glistened in the sunlight. I gave him every signal I could think of, desperate to feel that dick in my mouth, to taste the slick fluid dripping from his tip.

The tension built as he continued his teasing show. He edged himself skillfully, pushing himself to the brink of release, only to pull back at the last second. I was entranced, my own cock hardening in response to his performance. Finally, with a knowing wink, he gave me the sign I'd been waiting for.

@BerlinGymBuds is a tall, fit Canadian daddy who had made Berlin his home. His chiseled body and confident demeanor had me on edge before I even stepped into his room. His dick was throbbing, ready to explode at any moment from the intense edging. When I crossed the threshold into his room, I dropped to my knees and took his cock into my mouth without hesitation.

His precum was delicious, a tantalizing promise of what was to come. He moaned deeply, the sound vibrating through his body. But every time I sucked him deep, he had to stop me, breathing heavily as he fought to keep from cumming. We were both playing a dangerous game, and the stakes were higher with every passing second.

I kissed and licked his shaft, feeling the pulsing vein beneath my tongue. His hands gripped my hair, guiding my movements as I worshipped his cock. We were locked in this erotic dance, teasing each other to the edge without tipping over. His moans grew louder, his grip tighter, as he released more of that sweet, sticky precum.

Then it was my turn. He flipped me over, positioning himself at my manpussy. The anticipation was almost unbearable as he slowly pushed inside me. The stretch and fullness were exquisite, every inch of his cock filling me completely. He fucked me slowly at first, allowing me to savor the feeling of him deep inside me.

The pace quickened, and I could feel my climax building. His dick hit all the right spots, driving me wild with pleasure. Finally, I couldn't hold back any longer. I exploded, my cum spraying all over his chest while I was riding his dick.

That was his cue. He took his dick out, I layed my head next to it ready to get all of it.

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HABITACIÓN 122

Otro día caluroso en Grabbys Europe. Acababa de regresar a mi habitación, la 123, después de una sesión de entrenamiento intensa en el gimnasio del hotel. Me serví una copa y salí al balcón.

Fue entonces cuando lo vi.

En el balcón de al lado, había un tío desnudo, con su grueso y rosado pollón en la mano. No tenía ni una pizca de vergüenza en su exhibicionismo. Sus ojos se encontraron con los míos, y en lugar de cubrirse, abrió más las piernas, asegurándose de que tuviera una vista perfecta de su erección.

Mi mirada se clavó en su polla mientras la acariciaba despacio. La vista era embriagadora. Me estaba provocando, llevándose al límite para liberar un chorro constante de precum que brillaba bajo la luz del sol. Le di todas las señales posibles, desesperado por sentir esa polla en mi boca, por saborear el líquido resbaladizo que goteaba de su capullo.

La tensión aumentó a medida que continuaba con su espectáculo de provocación. Se llevaba al borde del clímax, solo para retroceder en el último segundo. Estaba hipnotizado y mi propia polla se endurecia en respuesta a su actuación. Finalmente, con un guiño cómplice, me dio la señal que estaba esperando.

@BerlinGymBuds es un daddy canadiense alto y en forma que había hecho de Berlín su hogar. Su cuerpo esculpido y su actitud confiada me tenían en vilo antes incluso de entrar en su habitación. Su polla palpitaba, lista para explotar en cualquier momento por la intensa provocación. Cuando crucé el umbral de su habitación, me arrodillé y me metí su polla en la boca sin dudarlo.

Su precum era delicioso, una promesa tentadora de lo que estaba por venir. Gimió profundamente, el sonido vibrando a través de su cuerpo. Pero cada vez que me la metía entera en la boca, tenía que detenerme, luchando por no correrse. Era un juego peligroso y las apuestas subían con cada segundo que pasaba.

Besé y lamí el tronco de su polla, sintiendo la vena pulsante bajo mi lengua. Sus manos agarraron mi pelo, guiando mis movimientos mientras adoraba su polla. Estábamos inmersos en esta danza erótica, provocándonos mutuamente hasta el límite sin llegar a sobrepasarlo. Sus gemidos se hacían más fuertes, su agarre más firme, mientras liberaba más de ese dulce y pegajoso precum.

Entonces llegó mi turno. Me volteó, posicionándose en mi ojete. La anticipación era casi insoportable mientras empujaba lentamente dentro de mí. La sensación de sentirle interamente dentro era exquisita, cada centimetro de su polla me llenaba por completo. Me folló lentamente al principio, permitiéndome sentir el calor de su rabo a través de mi culo bien abierto.

El ritmo se aceleró, y podía sentir como mis huevos se iban llenando de leche. Su polla tocaba todos los puntos correctos, volviéndome loco de placer. Finalmente, no pude aguantar más. Exploté y mi leche salpicó su pecho mientras cabalgaba su polla.

Esa fue su señal. Sacó su polla, y yo apoyé mi cabeza junto a ella, listo para recibir todo lo que tenía para regalarme.